lunes, 22 de septiembre de 2008

DE UN LORCA A OTRO, Por Muhsin Al-Ramli.

Lo que estaba se ha llevado lo que queda...
y me despedí de Irak.

Abandoné las comisarías, los cementerios.
Crucé las murallas de fusiles y las farmacias vacías.

He sido duro con el jardín de las manos en despedida
y con las lágrimas de las chicas que se quedaban atrás
porque mi llanto, delante de mí, es largo
y mi mapa es un bastón de ciego.

Mi corazón es un cementerio lleno de seres queridos
y mi medicina está allí... allí,
con los gitanos de Andalucía.

Crucé países, muchas ciudades
y conviví con pueblos deprisa
porque Granada estaba esperándome,
Y yo a ella;

Porque Lorca posa su mirada
sobre las agujas del reloj y los olivares.
Mi amigo, mi hermano, está esperándome
desde nuestros primeros cuadernos.

Sollozaré entre sus brazos.
Mojaré su camisa bordada de canciones.
Le contaré todo lo que ha hecho el verdugo
en los dos ríos, en las palmeras
y en los amigos.

Le describiré la cuerda con la que ahorcaron a Hassan Mutlak,
y la máquina de picar almas y carne iraquíes.

Pero he encontrado su casa vacía
a excepción de su sillón, vibrando,
entre la ventana y el poema.


Llamé: Lorca. Lorca.

Oh, secreto de la insistencia de mi madre en fumar, a pesar del asma.
¿Dónde estás?
Amigo mío y socio mío en la inocencia.
¿Dónde estás?

Nada, excepto su sillón, vibrando,
entre la ventana y el piano.
Seguí llamando hasta que apareció su vecina, una gitana,
y dijo: Tu amigo nos dejó lo que queda.
Se ha despedido de su sillón...

Ahora te describiré el pañuelo con el que le taparon los ojos
después de su última mirada al reloj, esperándote.
Te cantaré su último poema;
su último respiro.

Los disparos se agitaron y
nos retorcimos en la torcedura...
El llanto en todas las partes...
Todas las partes son llanto.

Nuestras manos han señalado
a las nubes y a la alta perplejidad.

«He venido a Granada buscando a Lorca.
Tal vez...para que escribiera sobre los asesinados de mi familia.
Pero... le encontré asesinado».

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